Narraciones de seres de otro mundo: Los Visitantes
La Historia está plagada de narraciones de seres de otro mundo, que por una u otra razón se instalan en la Tierra, para amenazarla o protegerla de los peligros del cosmos; en algunas historias se presentan como seres «migrantes» con morfologías que ilustran nuestros prejuicios, seres deformes que trasladan nuestra xenofobia al terreno de lo fantástico, en figura de invasores y terroristas que amenazan la soberanía nacional.
Es un hecho que a lo desconocido le imputamos sentires y saberes humanos, es natural reflejarse uno mismo en las paredes cristalinas del universo; lo desconocido es una atmósfera etérea donde suspendemos nuestros más íntimos afectos.
Incluso a Dios lo revestimos con este «carácter antropocentrista», imaginamos galaxias, infiernos y paraísos de seres antropomorfizados en los planos físico, mental, emocional y social, y los queremos entender desde la lente de nuestras propias emociones, al tiempo que ignoramos la luz y la oscuridad que se extiende más allá del universo.
Bien decía Spinoza: “Quienes confunden la naturaleza divina con la humana atribuyen fácilmente a Dios afectos humanos, sobre todo mientras ignoran cómo se producen los afectos en el alma”.
Esta tendencia de medir lo «no humano» con la vara de lo «humano», demuestra el ego del espíritu, el ser humano es la única medida disponible cuando se desdeña un estado de conciencia superior.
Omar Khalid y su serie Visitantes: seres de otro mundo muy distintos a los que idealizamos
En la producción de Omar Khalid, artista plástico de Tijuana, “Los Visitantes” son seres de otro mundo desligados de una apariencia mental humana. Si bien visten pieles andróginas y simulan a humanos pálidos, lampiños y de mirada profunda, no han sentido antes el sesgo de emociones que consideramos universales, y al contrario de aquellas historias donde el androide, la máquina o el alienígena absorbe cualidades como el amor o se integra a una familia, estos seres solo son testigos de una Tierra postapocalíptica, la humanidad se ha extinguido y son estos seres «migrantes» quienes registran la Historia con un enfoque «hacia lo negativo».
Los Visitantes llegan a la Tierra en una nave averiada, se despliegan ante ellos una serie de paisajes liminales que enmarcan de inmediato una sensación de vacío, soledad y extrañeza; en su camino hacen un registro de la humanidad por los vestigios simbólicos que encuentran, que como «partículas de una lluvia radioactiva» caen transparentes y fantasmales sobre los cuerpos de quienes observan, vestigios intangibles como la tristeza, el dolor, la muerte, el luto y el fracaso, «emociones negativas» que solo son un concepto, un objeto de estudio, que para Los Visitantes son un propulsor para construir y erigir algo positivo, comprender la vida humana en todas sus dimensiones y lamentaciones.
Lo que diferencia a “Los Visitantes” de otros seres fantásticos, es su condición de ser mentalmente distintos, no están contaminados por ninguno de los conceptos humanos, y eso los vuelve «ideales» para escribir una Historia de la humanidad a posteriori; eliminan el sesgo y aprecian los defectos y virtudes humanas desde la distancia, ajenos a la Tierra y a los prejuicios que alguna vez emanaron de ella. Enmarcan las narraciones de seres de otro mundo y no se ciñen a ninguna cadena del ego humano.