Chantal Akerman y las emociones silenciosas
“Siempre hice lo que me gustó y lo que me interesaba”. Eso dijo la cineasta belga Chantal Akerman, quien se enfocó a lo largo de su vida a un trabajo honesto, cuyas influencias se remontan a principios del siglo XX con la corriente formalista, el cine experimental o avant -garde.
“Al cineasta no se le prohíbe nada, siempre y cuando sus intenciones sean puras” — Sigfried Kracauer
Chantal Akerman no defrauda a sus emociones, las plasma en temas como la identidad, la monotonía, el silencio, la sexualidad, el tiempo y el espacio a través de imágenes que no se parecen a otra película que hayamos visto antes.
No contamina su visión del cine para satisfacer las exigencias técnicas de los esnobs, deja que las emociones hablen antes que un montaje lineal, un tamaño de cuadro o todas esas bagatelas que no importan cuando a tu trabajo lo estremece la honestidad, la intención pura.
Las emociones conectan, los encuadres no. En el pasado su cine fue revolucionario y único, hoy permanece por el motivo de que las emociones no envejecen. Las técnicas pasan de moda, se transforman, se actualizan… pero la tristeza o la alegría la sentimos tal cual medio siglo atrás o medio siglo adelante.
A la edad de 18 años, después de ver Pierrot Le Fou (del cineasta francés Jean Luc Godard), decide que hará películas. Llega ese momento del que muchos hemos participado alguna vez.
¿No te ha pasado que al salir de la sala de cine tienes unas emociones tan intensas que lo único que quieres es ir y contar tu historia?
Pues eso le pasó a Chantal, que después de maravillarse con el cineasta francés, se echa al ruedo y dirige “Saute ma Ville”, un cortometraje donde ella es la protagonista.
Luego del estreno, se muda a Nueva York para sumergirse en el cine experimental y avant-garde, un cine emergente con las figuras que tanto le inspiraron: Michael Snow, Jonas Mekas y Andy Warhol.
En Nueva York realiza su primer documental experimental: Hotel Monterey, una exploración sobre el hotel donde llegó a vivir, mostrado en tomas largas, movimientos lentos y un estilo tan pasmoso que en lugar de retratar al objeto: pasillos oscuros, habitaciones solitarias y un cielo gris tras la ventana, los construye.
Aunque su trabajo no está necesariamente enfocado en temáticas LGBT+, dirige “Je, Tu, Ill, Elle” en 1974, una película parteaguas para el desarrollo y representación del cine queer.
Akerman fue una mujer queer y feminista que siempre rechazó etiquetas como “queer” o “feminista” que definieran su trabajo, siempre buscó que sus obras encarnaran sus propios significados, sin necesidad que el autor las delimitara y, por lo tanto, cuajara su potencial creativo.
Y sin embargo su trabajo es de suma importancia en ámbitos como lo queer y lo feminista
A la edad de 25 años dirige “Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles”, película llamada obra maestra y de las más importantes del feminismo. Su duración es de 3 horas y 44 minutos, donde se observan largas tomas estáticas, silencios abrumadores, ansiedad construida ladrillo por ladrillo, toma por toma.
Akerman realiza cortometrajes y largometrajes, trabajos de ficción y documental, explora los lugares que le rodean, eyecta tintes biográficos y sucumbe a la influencia de su madre, tema recurrente desde el comienzo de su vida hasta su último trabajo: No Home Movie.
Estaba interesada en hacer que la audiencia sintiera y experimentara el paso del tiempo, se mantuvo leal a su visión y logró con la cámara lo que otros no han podido: hacer lo que realmente quería hacer.